Secesión

Junio 2007

Existe la idea en muchas personas de que la humanidad se encamina en forma gradual e inexorable hacia un orden que algún día debería acabar en un sistema unipolar de gobierno mundial unificado.
Un orden en el que la tecnología será usada para controlarnos, eliminar diferencias y sojuzgarnos sin alternativas de elección.
La preferencia de los individuos, sin embargo, marcha en sentido opuesto.
Y múltiples son las señales de esta tendencia hacia la dispersión, valoración de lo diferente y respeto por lo individual antes que al aglutinamiento.
Las vimos en el desmembramiento imparable de la colectivizada Unión Soviética, de Yugoslavia o Checoslovaquia. Y las vemos en las fuertes tendencias secesionistas de regiones de España e Italia.
La señal más reciente, por caso, fue el claro pronunciamiento de los votantes de Escocia que avalaron a líderes políticos locales en su propósito de llevar a su nación a la secesión de Gran Bretaña en el mediano plazo.
O la explícita amenaza de tres provincias bolivianas de propiciar la secesión, dejando atrás al régimen totalitario indigenista de Evo Morales y a Bolivia como país. O el actual proceso de disolución de Irak, con varias facciones en feroz trance de división por motivos étnicos y religiosos…

El veloz avance de las tecnologías digitales, del procesamiento de información en tiempo real, de una seguridad bajo cánones de prevención, control y castigo de delincuentes en comunidades pequeñas mediante sistemas ultra modernos o el simple acceso ciudadano a sistemas informatizados de control de la gestión pública entre cientos de otros ejemplos, están cambiando las cosas.
El control remoto está cambiando de manos pasando de la masa (del Estado) al ciudadano, posibilitando cosas tales como la democracia directa municipalizada, la diferenciación casi individual del consumidor en los mercados modernos o las crecientes oportunidades del trabajo y el estudio a distancia.
La era de la computación nivela las disparidades y da armas al indefenso. Internet incomoda a los totalitarios y autoritarios que, cual dinosaurios, ven acercarse su fin.

El viejo anhelo humano de vivir en forma pacífica sin estar sometidos por la fuerza a normas y exacciones con las que no comulgamos podría estar más cerca de lo que suponemos.
Poder crecer como personas y en nuestro patrimonio sin cargar a la espalda con costosísimas y corruptas superestructuras estatales.
Sentirnos dueños de nuestras propias decisiones en lugar de esclavos de las decisiones tomadas por otros (aunque se nos permita cambiar de amo cada cuatro años).
Poder crear gradualmente un sistema que haga del pacifismo, el respeto absoluto por el otro y la no violencia una realidad de vida en lugar de simples declamaciones huecas y demagógicas. Un sistema modelo siglo XXI donde lo voluntario reemplace a lo obligatorio y donde una justicia implacable sin hijos y entenados castigue al delincuente forzándolo sin escape a resarcir a la víctima (no a “la sociedad”) el daño causado en forma individual. Ya existen medios. Ya está la tecnología. Ya están los capitales. Ya puede liberarse la creatividad al servicio de la seguridad y el progreso de los honestos y los laboriosos.
Podemos empezar a abrir los ojos y a vislumbrar dónde está el mejor futuro para nuestros hijos.
O podemos seguir votando lo mismo de siempre : jueces asustados, periodismo comprado, empresarios corruptos, jubilados y empleados públicos muertos de hambre (y jubilados políticos de privilegio), hospitales colapsados, desnutrición infantil, impunidad, inseguridad, piqueteros por todos lados, paros docentes, clientelismo crónico con desocupación, enseñanza pública desactualizada y sin Valores, mentiras del Indec, protestas del agro, más y más impuestos, más leyes anticonstitucionales, más trabas al comercio y al empleo genuino, más reglamentación laboral, estatismo, dirigismo…… violencia socialista obligatoria sin coto, con todas sus consecuencias.

Secesión no es una mala palabra. Por el contrario. Remite a hombres y mujeres que se ponen de pie con valentía en defensa de sus derechos, de sus libertades, de su manera de ver la vida y de su futuro. Nos recuerda que llegado el caso podemos no resignarnos a que nos violenten impunemente a caballo del totalitario “somos más”.
Es una palabra que refleja la propia naturaleza humana, siempre indómita en su búsqueda de dignidad, respeto y mejores oportunidades.
Nuestro país no está maduro aún para pensar en alguna secesión aunque caminando del brazo con Chávez, Castro y Morales nos hallemos en la ruta indicada.
Con algún dejo de humor podríamos imaginar, por ejemplo, una mancomunidad independiente formada por Tandil, Olavarría, Azul y Tapalqué que, tras plebiscitar su secesión de una Argentina socialista pusiera en marcha una revolución productiva de verdad. Paraíso fiscal, puerto libre, polo financiero y tecnológico, libertad económica total, férreas garantías de verdadera justicia y seguridad. De brazos abiertos a emprendedores, creativos, capitalistas, educadores, trabajadores, artistas e intelectuales del país y del mundo. Una sociedad civilizada, tolerante, diversa, abierta y pacífica ; globalizada con lo mejor de la civilización actual, con la más avanzada tecnología disponible y respetuosa de las decisiones de sus ciudadanos y vecinos.
Una sociedad así podría lograr en poco tiempo tal nivel de crecimiento que a poco de andar sobrepasaría en producto bruto a la Argentina restante, proporcionando a sus habitantes un nivel de vida que asombraría al continente entero. Una explosión de prosperidad general que llevaría a nuestros minúsculos (en términos de importancia económica) partidos al primer mundo sin escalas.
Una utopía espectacular, y posible por cierto. Pero para la cual nuestros votantes no están preparados ni suficientemente despiertos. Los dinosaurios aún dominan la tierra y a ellos la libertad real de elección no les va. Prefieren el orden de la fuerza bruta y el miedo, desde luego, porque les conviene.
Las utopías pueden parecer lejanas pero todo gran logro exitoso empezó alguna vez con una utopía. La democracia fue hace 2300 años una idea utópica en un mundo administrado por tiranos y salvajes.
Ponderemos con cuidado nuestro próximo voto ciudadano, en la dirección correcta. Pongamos inteligencia en nuestros sueños e ideales. No hay otro camino hacia el futuro.